Restaurante La Taverne, un imperdible en Colorado Springs
El verano en el estado de Colorado es fascinante, divertido y hasta delicioso. Buscando algo diferente para estas vacaciones, decidimos hacer un recorrido por varias ciudades de Colorado en los Estados Unidos, entre ellas Colorado Springs, que en esta época del año nos ofrece una enorme variedad de actividades que nos permiten disfrutar de la naturaleza y de muchos sitios como el Hotel The Broadmoore, con su amplia y muy exquisita oferta gastronómica que forma parte del resort.
Este iconico lugar es uno de los atractivos que forman parte de Colorado Springs, por lo que es una visita obligada para conocer de la historia de Colorado.
El lugar que hoy ocupa The Broadmoore comienza en 1880 con la llegada de William Wilcox a Colorado Springs buscando una cura para su tuberculosis, y, de ser una granja lechera se convierte después en un suburbio de clase alta con hotel y casinos.
Es en 1916 cuando el glamour se apropia de este lugar, gracias a la visión de Spencer Penrose y su esposa Julia, quienes sueñan con crear el resort más hermoso del mundo, lleno de opulencia y elegancia, inspirados en los hoteles que habían visitado durante sus viajes por Europa y Oriente, y que en esa época no existían en los Estados Unidos; el cual también tendría un campo de golf inigualable.
Con casi 144 años de vida, The Broadmoore, es un símbolo de lujo y placer, convertido en un destino único, donde visitantes y huéspedes podemos disfrutar de actividades como el golf, tenis, servicios de Spa y lo mejor, y como les comentaba, con extraordinario programa culinario que incluye el único restaurante con 5 estrellas y 5 diamantes en todo el estado de Colorado, el Penrose Room.
Después de tomar una copa rodeados del esplendor que el verano ofrece en Colorado Springs, en la enorme terraza que da al lago y disfrutando un maravilloso atardecer, decidimos cumplir con el antojo de mis cómplices de viaje y una servidora, por lo que el lugar elegido fue La Taverne, con sus exquisitas especialidades en pescados, mariscos y unos cortes dignos de un cavernícola.
La Taverne evoca esas tabernas de viejas épocas, con muebles de robustas maderas, techos bajos y lámparas con luz tenue que hacen del ambiente, un lugar agradable y cálido. Al fondo del salón se encuentra el Le Jardin, un espacio lleno de plantas y flores que nos dan una sensación de estar al aire libre, y por las noches, es iluminado con una impresionante lámpara de más de 16 pies.
Una agradable banda de músicos en vivo amenizaba la velada, mientras disfrutábamos una copa de champagne, y es que los fines de semana desde las 8:30 hasta la media noche, La Taverne se torna muy divertida, y permite que muchos presuman sus mejores pasos de baile.
Como mi hambre y sed eran más grandes que mis ganas de bailar, mejor puse atención a esa extensa carta menu para restaurantes de su Raw Bar, que ofrece pescado fresco que es enviado al hotel diariamente de proveedores que se encuentran en los puertos más importantes y antiguos en los Estados Unidos, y que son famosos por su pesca, como el Gloucester en Massachusetts.
La variedad de mariscos frescos, que incluyen ostras, almejas, mejillones y langostas de Maine, son elegidos escrupulosamente, además de formar parte de programas de sustentabilidad y que tengan un impacto mínimo al medio ambiente.
Así que sin culpa alguna nos decidimos por un gran plato con la mejor selección de ostras, mejillones, patas de cangrejo y camarones. Definitivamente la calidad del producto es insuperable, lo podíamos sentir en el paladar y hasta en el aroma que llegaba hasta nuestra nariz, que nos confirmaba aquello que presumen en sus barras y comentarios en las cartas para restaurantes.
Como mi fascinación por las ostras es muy grande, me di el lujo de pedir un platón adicional, con la mejor selección de estas, y confieso compartí muy pocas con el resto de mis acompañantes.
La Taverne cuenta con una extraordinaria selección de vinos, como todos los restaurantes en The Broadmoore, la difícil tarea de elegirlo es debido a su extensa variedad de etiquetas que provienen de todas partes del mundo, y claro esta, del mismo Estados Unidos.
Así que dejamos en manos del experto sommelier que nos atendía para que escogiera aquel que mejor fuera con nuestro siguiente plato, para mi sorpresa y fortuna, llego a la mesa uno de mis Cabernet favoritos de este país, un Cabernet Sauvignon de la bodega Heitz Wine Cellars de Napa Valley 2009, que acompaño perfectamente a nuestros cortes de carne.
Si, no podíamos estar en La Taverne y no pedir un hermoso y delicioso trozo de carne que provienen de las granjas Creekstone USDA Prime y que solo se encuentran en los mejores restaurantes de la Unión Americana.
Grandiosos Angus de 30 días de maduración, y otros cortes, son algunos de los productos que la granja Creekstone provee a sus clientes, avalados y certificados por la USDA Prime Black Angus, debido al programa único en la industria de la carne que esta granja maneja, en el cual la alimentación de las reses es de la más alta calidad y cuidadosamente controlada, sin hormonas, libre de antibióticos y 100% vegetariana.
Con un gran desfile, llegaron a la mesa cortes como el Porterhouse, NY Strip Steak, una costila de puerco Berkshire, y un Crab Cake de un cuarto de libra que se acompaña con espárragos y hongos fricassee, con salsa holandesa, además, por supuesto, de las respectivas papas a la francesa, y otras guarniciones. Un festín que nos puso en un estado de éxtasis y emoción, resultado de los increíbles sabores de cada uno de los cortes y platillos.
Como postre se nos ocurrió que sería más divertido pedir varios de sus cocteles, que son otra de las especialidades de la casa, y para no quedarnos con las ganas de ninguno, nos dimos a la tarea de probar todos comenzando con el Stinger que lleva brandy, crema blanca de menta y hielo; un Brandy Alexander con brandy, crema de cacao, crema, y canela; un Grasshopper hecho a base de crema de menta verde, crema de cacao blanca, guinda, crema y menta fresca; Rusty Nail, que lleva whisky, drambuie, hielo y una rodaja de limón; y por último un Beautifl con cognac y Grand Manier.
Si, creo que así, si me gustan los postres, y efectivamente nos reímos mucho pasándonos los vasos entre todos para ver cual era el que iba más acorde con nuestra personalidad.
La noche se paso volando y no queríamos salir de La Taverne, pero era hora de partir rumbo a nuestro hotel, no sin antes hacernos la promesa de regresar muy pronto a The Broadmoore para poder conocer Penrose Room y el resto de los restaurantes que forman parte de este increíble resort, que resulto ser un verdadero paraíso para foodies y gourmands como una servidora.